La irrupción de DeepSeek, una startup china de inteligencia artificial, ha provocado una sacudida histórica en los mercados financieros, especialmente en el sector tecnológico liderado por empresas como Nvidia. Esta disrupción no es meramente una anécdota bursátil: su impacto redefine las necesidades tecnológicas, los costes energéticos y las expectativas de mercado, dejando a más de un gigante tambaleante.
El adiós a la dependencia de los chips de Nvidia
Nvidia se ha posicionado como uno de los principales proveedores de chips y tarjetas gráficas para el entrenamiento y despliegue de modelos avanzados de inteligencia artificial (IA). Su tecnología ha sido esencial en el desarrollo de redes neuronales y otros sistemas de IA que requieren grandes capacidades de cálculo.
Sin embargo, DeepSeek ha demostrado que hay otra manera de hacer las cosas. Su innovador enfoque no depende de la cantidad masiva de chips de alto rendimiento, sino de un método completamente diferente que optimiza la calidad por encima de la cantidad. Esto no solo reduce drásticamente el coste de implementación de la IA, sino también su huella energética, haciendo el proceso mucho más eficiente.
La IA china DeepSeek desata un terremoto en los mercados
La nueva aplicación china, de bajo coste y código abierto, desafía el dominio de Estados Unidos en Inteligencia Artificial. /rc pic.twitter.com/1FjZ9aiv1W
— DW Español (@dw_espanol) January 28, 2025
Costes infinitamente más bajos: el golpe maestro de DeepSeek
El modelo chino ha sido diseñado para ser energéticamente eficiente y menos costoso. Mientras Occidente ha invertido en infraestructura intensiva en energía, DeepSeek apuesta por un modelo más minimalista y efectivo. Esta estrategia, que combina algoritmos optimizados con menor consumo energético, podría cambiar las reglas del juego de la IA a nivel global.
Un preocupante desconocimiento sobre la IA
La aparición de DeepSeek también pone en evidencia el desconocimiento generalizado sobre la IA, incluso entre las altas esferas del poder político. Un ejemplo claro es el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, quien afirmó recientemente en el prólogo de la presentación de una IA destinada a impulsar las lenguas cooficiales del Estado que la “superinteligencia artificial” no llegará hasta dentro de setenta años.
Esta afirmación contrasta radicalmente con las previsiones de numerosos expertos, quienes sitúan la llegada de esta tecnología en un plazo de uno a dos años. El desconocimiento y la falta de preparación sobre el verdadero estado del avance tecnológico podrían dejar a Europa rezagada ante potencias como China.
La caída de las expectativas energéticas: ¿los grandes perjudicados serán las energéticas?
Hasta ahora, el entrenamiento de la IA se consideraba un proceso intensivo en energía, lo que alimentó las expectativas de negocio de las grandes compañías energéticas. Sin embargo, el modelo propuesto por DeepSeek podría truncar esas expectativas.
Si el mercado adopta la tecnología eficiente de DeepSeek, las tecnológicas no serán las únicas afectadas. Las energéticas, que esperaban capitalizar el aumento de la demanda de energía para el entrenamiento de IA, podrían enfrentar un escenario mucho menos favorable.
Trump: “El lanzamiento de DeepSeek AI por parte de una empresa china debería ser una llamada de atención para nuestras industrias: debemos concentrarnos en competir para ganar. Tenemos a los mejores científicos del mundo. Esto es muy inusual. Siempre tenemos las ideas. Siempre… pic.twitter.com/MtaWai4IZO
— Wall Street Wolverine (@wallstwolverine) January 28, 2025
¿Tiene algo positivo esta disrupción?
La historia de la humanidad demuestra que las innovaciones que abaratan los costes y mejoran la eficiencia siempre terminan siendo positivas. Aunque DeepSeek representa un jarro de agua fría para quienes especulaban con altos costes energéticos, abre la puerta a una IA más accesible y sostenible.
La competencia también podría obligar a las empresas occidentales a innovar y adaptarse a modelos más eficientes, beneficiando en última instancia a la sociedad. El tiempo dirá si las tecnológicas occidentales y las energéticas sabrán adaptarse a este nuevo paradigma o si quedarán rezagadas ante la ofensiva china.