Vox ha dado un golpe en la mesa en Bruselas al solicitar de manera oficial que se revise y frene la prohibición de coches de gasolina y diésel. El partido denuncia que esta decisión condena a la industria automovilística europea a la desaparición y advierte que España, como segundo mayor productor de vehículos en la Unión Europea, será una de las naciones más perjudicadas.
Un reglamento que apunta a la destrucción de la industria
El Reglamento 2023/85, aprobado a finales de 2023, marca un antes y un después en la historia del automóvil europeo. Este documento no solo prohíbe la venta de coches de combustión interna a partir del 1 de enero de 2035, sino que también fija la fecha límite de 2050 para la completa eliminación de su circulación. Vox alerta de que esta normativa precipita la industria automovilística al abismo, destruyendo millones de empleos y dejando el mercado a merced de China, el gran dominador de la industria del coche eléctrico y el control de los recursos necesarios para fabricar baterías, como el litio.
En su carta dirigida a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, Vox califica esta imposición de Bruselas como un ataque directo a la industria automotriz europea, que ha liderado durante décadas el mercado mundial gracias a sus motores de gasolina y diésel.
Un futuro incierto: China como gran beneficiado
El equipo liderado por Jorge Buxadé en Bruselas denuncia que, bajo este reglamento, la competitividad europea está en jaque, mientras que China, con coches eléctricos baratos y altamente eficientes, se posiciona como el gran beneficiado. La supremacía china en la producción de baterías y coches eléctricos, con modelos que ya se venden por menos de 10.000 euros y ofrecen hasta 500 kilómetros de autonomía, es algo que la industria europea no puede replicar con los costes actuales.
Vox señala que este reglamento no solo subestima la capacidad industrial europea, sino que la condena. Además, critica duramente a Bruselas por ignorar las advertencias de Alemania, que intentó frenar la aprobación del reglamento exigiendo que se abriera una vía para los combustibles sintéticos (e-fuels), algo que finalmente fue rechazado. Estos combustibles habrían permitido mantener los motores de combustión en el mercado de una manera más sostenible.
Pérdida de empleos y retroceso industrial
Vox advierte que la consecuencia inmediata de esta regulación será el cierre de fábricas, la pérdida de millones de empleos y la dependencia total de China en materia de movilidad. Marcas históricas como Mercedes, Renault, Ford y Volkswagen ya han empezado a echar el freno en sus planes de electrificación debido a las bajas ventas de coches eléctricos en Europa. El escenario actual hace inviable una transición completa a la movilidad eléctrica en los plazos que Bruselas ha impuesto.
La carta enviada por Vox a von der Leyen solicita una «revisión urgente de los objetivos originales» para ajustarlos a la realidad del mercado y a la voluntad de los ciudadanos, que, según el partido, quieren seguir teniendo la libertad de elegir vehículos de combustión más allá de 2035.
Europa al borde del colapso automovilístico
El partido no duda en afirmar que Bruselas está llevando a Europa hacia el colapso automovilístico. Según Vox, la Unión Europea está sacrificando su industria en el altar de la electrificación, sin ofrecer una alternativa viable y dejándose arrastrar por una agenda ideológica que no tiene en cuenta ni la realidad económica ni las consecuencias sociales.
El equipo de Buxadé subraya que no se trata solo de una cuestión económica, sino también de soberanía industrial. Europa se verá obligada a depender de las importaciones de China, tanto de vehículos como de baterías, lo que dejará al continente a merced de un país que ya domina el mercado y no tiene intención de ceder terreno.