La pesca tradicional en peligro: ¿una sentencia desde Bruselas?
La Comisión Europea ha vuelto a cargar contra el sector pesquero, esta vez apuntando directamente a la pesca de arrastre en Baleares, una actividad esencial para la economía local y profundamente enraizada en nuestra cultura. La propuesta de reducir las jornadas de pesca a un máximo de 27 días al año no solo es un golpe económico, sino también un ataque directo a nuestra identidad como isleños.
El sector pesquero, especialmente en Menorca, ha alzado la voz ante una medida que consideran inviable. Actualmente, las jornadas de pesca rondan las 200 al año, un número ya ajustado para mantener la sostenibilidad del sector. Pasar a solo 27 días implica, en términos prácticos, el cierre de la mayoría de las empresas dedicadas a esta actividad.
¿Qué está en juego?
Ses barques de bou, una modalidad tradicional de pesca en las Islas Baleares, representan mucho más que una fuente de ingresos: son un símbolo de resistencia, trabajo y conexión con el mar. Sin embargo, Bruselas parece ignorar la realidad de estas comunidades pesqueras, priorizando medidas que no consideran las particularidades de las regiones afectadas.
La reducción propuesta no solo afecta a los pescadores. La economía local de las Baleares, especialmente en islas como Menorca, depende en gran medida del comercio de pescado fresco y de la actividad económica generada por la industria pesquera. Desde restaurantes hasta mercados locales, el impacto sería devastador.
La respuesta desde Baleares
El sector pesquero ha reaccionado con indignación. Las jornadas de huelga previstas para el 9 y 10 de diciembre buscan visibilizar una problemática que Bruselas parece querer ignorar. Además, el Govern Balear ha anunciado la prohibición de la pesca de cerco en aguas interiores de Menorca para evitar la llegada de barcos foráneos, lo que añade una capa más de complejidad al panorama.
Esta situación no es aislada. En toda Europa, los sectores tradicionales se enfrentan a políticas diseñadas desde despachos lejanos que no tienen en cuenta las realidades locales. En el caso de Baleares, la sobrerregulación europea parece destinada a ahogar sectores enteros sin ofrecer alternativas viables.
Para qué sirven las comunidades autónomas si aquí no se decide nada
Más allá de las cifras y las normativas, el debate sobre la pesca en Baleares es un debate sobre nuestra soberanía y la capacidad de decidir sobre los recursos que nos pertenecen. Bruselas no puede seguir imponiendo medidas que amenazan la supervivencia de nuestras tradiciones y economías locales.
Es momento de que las instituciones insulares y estatales se posicionen firmemente en defensa del sector pesquero, exigiendo que la Unión Europea adopte medidas que equilibren la sostenibilidad ambiental con la viabilidad económica. Las Baleares no pueden permitirse perder otro sector clave en su lucha por mantener la autonomía económica y cultural.